En la Iglesia San Francisco de Castro se realizó este martes 2 de diciembre una emotiva ceremonia para conmemorar los 25 años desde que 16 templos de Chiloé fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. La actividad reunió a autoridades, representantes de las comunidades y fieles que han sostenido, por generaciones, la identidad que rodea a estas construcciones únicas.

Durante la conmemoración, el Obispo de la Diócesis San Carlos de Ancud, Monseñor Juan María Agurto, destacó que el paso del tiempo ha permitido dimensionar el profundo significado de la distinción otorgada por la UNESCO. A su juicio, el reconocimiento no solo recae en la arquitectura de los templos, sino también en la labor comunitaria que los mantiene vivos como espacios culturales y espirituales.

El obispo enfatizó que el compromiso de las comunidades ha sido clave para resguardar este legado, pero advirtió que la protección de las iglesias no puede descansar solo en sus habitantes. En esa línea, llamó a reforzar el trabajo conjunto con el Estado para enfrentar el desgaste natural y las inclemencias del clima, con el objetivo de asegurar la conservación de estas joyas patrimoniales para las futuras generaciones.

En diciembre del año 2000, la UNESCO confirió la calidad de Patrimonio de la Humanidad a catorce iglesias distribuídas en el Archipiélago de Chiloé. Posteriormente, con fecha 27 de junio del 2001, agregó a su lista del Patrimonio Mundial otras dos iglesias postuladas.

Se reconoce así el valor universal excepcional que representan estos monumentos, característicamente construidos en madera y cuya data de fundación se remonta al siglo XVIII.

Las 16 Iglesias que componen la nómina son: Achao, Aldachildo, Caguach, Castro, Chelín, Chonchi, Colo, Dalcahue, Detif, Ichuac, Nercón, Quinchao, Rilán, San Juan, Tenaún y Vilupulli.